Energía verde ilumina barrios pobres en Colombia

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Energía Limpia XXI

Más de 8 mil personas, en su mayoría desplazadas de otras zonas del país por el conflicto armado de cinco décadas, ha sido revolucionada por dos iniciativas: una que mediante agua ilumina el interior de las oscuras casas de madera, y otra que con paneles solares alimenta los postes de luz callejeros.
A la cabeza de estos proyectos está la fundación Un Litro de Luz, que llegó a Granizal hace tres años y desde entonces “ha bajado los gastos de luz para las familias”, contó a la AFP William Velásquez, líder comunitario de 61 años. “Tenemos un alumbrado público que nadie más nos quería poner”, agregó.
El proyecto de luz de día, que beneficia a más de cien familias, ha permitido a cada hogar ahorrar entre 20 mil y 30 mil pesos al mes (de US$8 a US$12) en electricidad. El efecto es impresionante: estancias normalmente oscuras, sin ventanas, se iluminan a partir de botellas de plástico llenas de agua con cloro e insertadas en huecos en los techos de zinc de las humildes casas, un sistema que potencia los rayos solares con un resultado similar a un bombillo común.
“La idea es generar iluminación dentro de casas vulnerables, construidas de manera en que no les entra nada de luz”, explicó Camilo Ruiz, director de Un Litro de Luz, en Medellín. El éxito fue inmediato y muchas casas de este asentamiento ilegal tienen sus techos atravesados por dos y tres botellas de refresco recicladas, que les sirven de bombillos mientras afuera brilla el sol.
La idea de diseñar un alumbrado público que también permitiera aprovechar la luz del sol, pero durante la noche, le llegó al equipo de Ruiz cuando se les hizo tarde tras un día de trabajo en Granizal, y uno de ellos se cayó en medio de la oscuridad por el sendero empedrado que lleva a este barrio ubicado en lo alto de un cerro.
Fue entonces que colocaron paneles solares, una iniciativa que terminó de concretarse recientemente en medio del festejo de sus habitantes. Sobre este plan, Ruiz aseguró que tiene tres impactos positivos: económico, porque cada poste de luz cuesta solo unos US$120, y tiene una vida útil de cinco años; ambiental, porque se sirve de una fuente de energía limpia; y social, porque “refuerza el trabajo comunitario” al vincular a los propios vecinos en la creación.

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