La energía en Argentina esta pasando por un momento amargo o quizá agridulce. Por un lado están atrayendo inversiones eólica, solar, biomasa e incluso geotérmica mientras paga los platos rotos de una crisis energética de varios años.
Datos de Energía Limpia XXI indicant que el consume de gas creció 41% en la última década mientras el de energía eléctrica escaló a 53%. Un informe official destaca que el sector energético fue uno de los más debilitados y peor gestionados por la política pública durante la década anterior a diciembre de 2015. Las nuevas autoridades encontraron infraestructura deteriorada, dé- ficits en generación, irregularidades en el comercio exterior, subsidios abultados y arbitrarios y una crisis notoria en la provisión de energía. Las tarifas de electricidad, por ejemplo, se habían mantenido congeladas durante más de una década, aún con inflación alta por mucho tiempo.
Entre 2001 y 2012 las tarifas residenciales de electricidad cayeron un 80% en términos reales. Estos precios artificialmente bajos llevaron a un aumento del consumo y una caída de la producción de energía. Entre 2003 y 2015 el consumo de gas natural creció 41%, el de energía eléctrica creció 58% y el de naftas, 153%. Sin precios razonables, la oferta no acompañó. Entre 2003 y 2014 se perdió un stock de reservas equivalente a casi dos años de producción de petróleo y a más de nueve años de producción de gas. Esto produjo un deterioro del servicio: los cortes en la provisión de gas, sobre todo a la industria, pasaron de 3% en julio de 2003 a 17% en julio de 2015; y los cortes de electricidad en la región metropolitana de Buenos Aires pasaron de 8,3 horas por hogar en 2003 a 32,5 horas por hogar promedio en 2015. Esta situación perjudicó a los usuarios domiciliarios, al comercio y a la industria.
Así, Argentina perdió su autosuficiencia energética. La caída de la producción y el aumento del consumo redujeron los excedentes exportables y aumentaron las importaciones. La balanza comercial energética pasó de un superávit de 4.900 millones de dólares a un déficit estimado de 5.000 millones de dólares entre 2003 y 2015. A medida que fue dejando de ser generadora de divisas y se transformó en consumidora de divisas, la política energética se sumó a la lista de causas que terminó en la implantación del cepo cambiario en 2011.